Blog Finalista Premios Aragón en la Red 2014

jueves, 10 de noviembre de 2016

Ruta de los Sitios - La Aljafería


LA ALJAFERIA EN LOS SITIOS
Tras el estallido del 2 de mayo de 1808 en Madrid,
 toda España se alzó en armas contra el invasor napoleónico.
 El ejército francés empezó su ocupación militar
 por las ciudades más importantes de nuestro país 
y tras la toma de Pamplona, su siguiente objetivo será Zaragoza, 
un punto estratégico para conseguir el control del Valle del Ebro.

LA ALJAFERIA
El castillo de la Aljafería fue el lugar donde empezó 
la verdadera sublevación de la ciudad contra el ejército de Napoleón, 
cuando el 24 de mayo se forzó el arsenal aquí guardado, 
compuesto por unos 25.000 fusiles y 65 piezas de artillería,
 y se encarceló al entonces Capitán General José Juan Guillelmi, acusado de afrancesado, 
que fue suplantado por el General Palafox, aclamado por el pueblo. 

También el acercamiento a la ciudad por las tropas francesas 
tuvo lugar en los dos asedios por esta zona, por la cercana Avenida de Madrid.
El castillo tuvo usos bien diferenciados, fortaleza durante los combates,
 pasó luego a ser prisión de patriotas, 
y tras la definitiva reconquista de Zaragoza, prisión de franceses.

LA CAPITULACION DE LA CIUDAD
Y donde empezó todo acabó también,
 pues la mañana del 20 de febrero de 1809 se firmaba aquí la Capitulación de la ciudad.

 Los combatientes que aún se mantenían en pie tras la guerra y las epidemias, 
salieron por una de las puertas de la ciudad, la del Portillo, 
para entregar sus armas en la explanada de la Aljafería ante la tropa francesa.
 Mientras, la bandera blanca ondeaba en lo alto de la hoy desaparecida torre Nueva,
 en el centro de la ciudad.

El general francés Léjeune, describió así la salida de los defensores vencidos:
“La columna española salió ordenadamente con sus banderas y armas,(…)
Trece mil hombres enfermos con el germen del contagio en su sangre, 
enflaquecidos horriblemente, de barba negra, larga y descuidada, 
con fuerza apenas para sostener sus armas,
 se arrastraban lentamente al sondo del tambor(…)
Sus ojos chispeaban cólera”.



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