El retablo del Altar Mayor es de los llamados “bifronte”,
muy utilizado en el barroco aragonés,
y el retablo se adelanta como si fuera un baldaquino,
siguiendo el modelo creado por Bernini para la Basílica de San Pedro del Vaticano,
uniendo su existencia a la de un trascoro.
La composición consta de un medallón-altar exento
situado entre cuatro columnas salomónicas de mármol negro de Calatorao
En 1752,José Ramírez de Arellano realizó una nueva medalla
con las imágenes de San Felipe y Santiago el Menor,
de una altura de 1,79 metros y portando sus característicos atributos martiriales
(una cruz y una maza de batanero, respectivamente),
El conjunto se completa con las figuras de las virtudes teologales
y dos de las virtudes cardinales
realizadas por Miguel de Lamana y representadas por doncellas.
En cada uno de los ángulos se sitúan frontalmente la Esperanza,
que lleva en sus manos una columna,
y la Caridad, representada como una matrona amamantando a un niño,
mientras que en los ángulos que dan al coro
se presentan la Templanza y la Justicia,
representadas respectivamente junto a una jarra y una espada.
Finalmente, corona el baldaquino la Fe,
que lleva en sus manos una cruz y un cáliz
(los pilares del cristianismo) así como los ojos vendados
en alusión a las palabras de Jesús ante la incredulidad de Tomás (cf. Jn. 20, 29).
En los muros laterales del presbiterio cuelgan varias de obras pictóricas.
Algunas de ellas procedían de la antigua Iglesia de la Santa Cruz.
Así, junto a los grandes óleos de “San Cristóbal” y el de la “Resurrección”,
se encuentran dos cuadros que agrupan a diferentes santos y obispos.
Los santos representados, que aparecen prácticamente juntos unos a otros
pero sin existir ningún tipo de comunicación entre ellos,
corresponden a “San Babil, San Agustín, Santo Tomás y San Valero”
y “San Ambrosio, San Gregorio, San Blas y San Martín”.
(texto creado por David Beneded Blázquez)
Nuestra Señora del Rosario
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