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viernes, 15 de octubre de 2010

Ruta de los Sitios - casa natal de Palafox


CASA NATAL DE PALAFOX
La próxima calle de Palafox recuerda al héroe zaragozano 
y en ella se encuentra la casa natal 
de los marqueses de Lazán, padres de Palafox. 
Actualmente ocupada por viviendas, 
una placa de homenaje recuerda a su morador.

EL GENERAL PALAFOX
El pueblo zaragozano puso a prueba a las hasta entonces invencibles tropas napoleónicas 
durante la Guerra de la Independencia en los dos Sitios
 que sufrió la ciudad en 1808 y 1809. 
Los patriotas que la defendieron entraron en el relato heróico para siempre.

Uno de ellos fue José Rebolledo de Palafox y Melci, 
más conocido como General Palafox.
 Nacido en Zaragoza en 1775, 
fue educado en las Escuelas Pías por otro héroe de los Sitios, 
el Padre Basilio Boggiero.

Sus paisanos le pusieron al frente de la sublevación 
proclamándole Capitán General de Aragón el 27 de Mayo de 1808 
y tomó a su mando la defensa de la ciudad durante los dos sitios.
Es ya célebre su frase 
guerra y cuchillo,
 negativa con la que respondió a los emisarios franceses
 que solicitaban la rendición.

Después de dos meses de resistencia y encarnizadas batallas, 
con una población diezmada y abatida por la epidemia de tifus,
 del que Palafox también enfermó, 
cederá sus poderes a una Junta 
que tras analizar la situación capituló
 ante el ejército francés el 20 de Febrero de 1809.

Prisionero en Francia hasta 1813, 
cuando regresó a España se dedicó a su vida privada,
 alternándola con diversos nombramientos como el de Duque de Zaragoza. 
Murió en Madrid en 1847 
y hoy sus restos descansan en la cripta de la Basílica del Pilar. 
  
LA SEO
Palafox, parroquiano de La Seo por nacimiento, 
fue bautizado en esa cercana catedral de San Salvador. 
En su archivo parroquial se encuentra cuidadosamente guardada 
la partida de nacimiento del caudillo de los Sitios.

PALACIO ARZOBISPAL
Durante los Sitios el actual Palacio Arzobispal de la ciudad 
fue el cuartel general de Palafox. 
Desde la parte alta del edificio podía seguir con detalle 
la suerte de su destacamento dispuesto en el Arrabal, al otro lado del río. 
Sus archivos aún conservan documentos de la época 
destrozados por la metralla de los cañones y perforaciones de balas.

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