Pedro Ferrer Maño fabricaba en la trastienda de este establecimiento
su propia marca de tinta: la histórica “Reina”.
La tinta se elaboraba en grandes pipas de agua
y se envasaba en frasquitos al precio de 5 céntimos,
haciéndose famosa por todo Aragón rápidamente.
Tras 127 años de andadura,
cerró sus puertas.
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