Era el año 1781.
Goya tiene en cuenta que su obra sólo podrá contemplarse
a casi 50 metros de altura
y crea unas figuras prácticamente desdibujadas.
A distancia el resultado es perfecto.
Desde el andamio
el Cabildo lo interpretó como una burla a su encargo
y no consintió que pintase una segunda bóveda.
Goya se enfadó muchísimo...
"acordándome de Zaragoza me quemo vivo..."decía.
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